sábado, 16 de diciembre de 2017

LOS CAMPANILLEROS.(2) La Niña La Puebla 1932 y Manuel Torre 1923





DOLORES JIMÉNEZ ALCÁNTARA, LA NIÑA DE LA PUEBLA, nacida en La Puebla de Cazalla, Sevilla en 1908, murió en Málaga en 1999 con 90 años es considerada una de las cantantes de flamenco más completas de la historia. Siendo una de ellos, cantó con todos los grandes de la época, y su versión de Los Campanilleros está en la lista  de las cien mejores coplas de la historia.



RAMÓN MONTOYA SALAZAR (1880 – 1949) Gitano de Madrid, con ascendencia vallisoletana y pacense se le valora como uno de los pilares fundamentales de la guitarra flamenca



MANUEL SERRAPÍ SÁNCHEZ, NIÑO RICARDO, Sevilla (1904 – 1972) Hijo del guitarrista  Ricardo Serrapí, elevó el toque de la guitarra española a lugares que nunca había conocido. Discípulos suyos fueron El Tomate, Tomatito, Paco de Lucía, El Niño Miguel, Enrique de Melchor... Fue el maestro de toda la generación de guitarristas de la segunda mitad del siglo XX

Y sabiendo que cuando la canta el pueblo, la copla, ya no pertenece el autor, se cree con fundamento que Los Campanilleros, que ha creado su propio estilo flamenco, es de El Niño Ricardo.

LOS CAMPANILLEROS

En los pueblos de mi Andalucía, 

los campanilleros por la madrugá, 

me despiertan con sus campanillas, 
y con las guitarras me hacen llorar, 
y empiezo a cantar, 
y al sentirme todos los pajarillos, 
cantan en las ramas y se hechan a volar. 

Todas las flores… 
Todas las flores del campo andaluz, 
al rayar el día llenas de rocío, 
lloran penas que yo estoy pasando, 
desde el primer día que te he conocido, 
porque en tu querer, 
tengo puestos los cinco sentídos, 
y me vuelvo loca sin poderte ver. 

Pajarillos… 
Pajarillos que estáis en el campo, 
gozando el amor y la libertad, 
recordarle al hombre que quiero, 
que venga a mi reja por la madrugá, 
que mi corazón, 
se lo entrego al momento que llegue, 
cantando las penas que he pasado yo.


MANUEL TORRE

 Primera versión de Los Campanilleros grabada en pizarra en 1923, original de El Niño Ricardo


A la puerta de un rico avariento
 llegó Jesucristo y lismona pidió;
y anigual de darle la limosna
lo perros que había se los achuchó;
y Dios permitió
que al momento los perros murieran
y el rico avariento pobre se quedó.
Dos pastores corrían pa un árbol
huían de una nube que se alevantó;
cayó un rayo, a nosotros nos libre,
y a uno de ellos lo acarbonizó;
pero al otro no,
que llevaba la estampa y reliquia
de la Virgen pura de la Concepción.
Si supieran la entrada que tuvo
el rey de los cielos en Jerusalén;
que no quiso coche ni calesa,
sino un jumentito que alquilao fue;
quiso demostrar,
que tan sólo las puertas del cielo
divinas las abre la santa humildad.

Ir al índice

No hay comentarios:

Publicar un comentario