miércoles, 8 de enero de 2020

VIENTO DE PONIENTE (EL QUE CALLA OTORGA)


De niño no me gustaban los libros,
ni las sotanas, ni salir en procesión,
era tan desobediente
como el viento de poniente,
revoltoso y juguetón.

En vez de mirar pal cielo
me puse a medir el suelo
que me tocaba de andar
y nunca seguí al rebaño,
porque ni el pastor ni el amo
eran gente de fiar.

Empecé haciendo carreras
por atajos y veredas
muy estrechas para mí,
y decían mis vecinos
que llevaba mal camino
apartado del redil.

Como aquel que calla, otorga,
y aunque la ignorancia es sorda,
pude levantar la voz,
más fuerte que los ladríos
de los perros consentíos
y que la voz del pastor.

Siempre fui esa oveja negra
que supo esquivar las piedras
que le tiraban a dar,
y entre más pasan los años
más me aparto del rebaño
porque no sé a donde va.


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